Por Brenda Karina
El 10 de mayo es el Día de las Madres en México, pero, ¿de qué se les felicita?, ¿qué significa en realidad?
En la mayoría de los países la maternidad se considera de alta estima por lo que se celebra. Este festejo tiene sus inicios en E. U. e Inglaterra. Pero en realidad, ¿la maternidad es natural? No, la maternidad (como otras sensaciones más, como los celos), se aprende culturalmente, es decir, no es biológica, no es instinto como se dice tener, sino es algo impuesto socialmente. Prueba de ello es que, por ejemplo, antes las mujeres madres no criaban en realidad a sus hijos e hijas, sino que se les daban desde muy pequeños a las nodrizas, a quienes se les pagaba para que lo hicieran.
El que se diga que todas las mujeres tienen ese “instinto maternal” es una falacia, hay mujeres quienes tienen muy claro que no desean ser madres, y hay quienes lo son pero no por gusto, sino más por obligación, por imposición o por presión social.
Y qué hay con la paternidad, ¿esa si no es natural?, ¿por qué a los hombres no se les desarrolla ese “instinto paternal”?, ¿por qué no ellos se dedican más a la crianza de sus hijos e hijas igual que la madre, o por lo contrario, les abandonan? El hecho de que biológicamente sea la mujer quien concibe y da a luz a un ser que tuvo en su vientre por meses, no justifica que sea ella quien deba cargar con la tarea de la crianza y educación para toda su vida, mientras los hombres, sin mayor justificación, no asumen tal responsabilidad, o lo hacen a medias. Y aquí es donde entra el género, lo cultural, las desigualdades entre las tareas de los hombres y las mujeres con relación al cuidado y atención de los hijos e hijas que procrean, justificándose erróneamente por lo sí biológico mencionado anteriormente. En otras palabras, por lo aprendido culturalmente, tanto la madre como el padre asumen roles distintos en la crianza de sus hijos e hijas, cargándose injustamente esta responsabilidad más a la madre.
En realidad, en nuestro país el Día de las Madres se institucionalizó por una razón principal: surge como reacción en contra de los primeros movimientos feministas del siglo, como el Primer Congreso Feminista en Mérida, Yucatán; la Escuela Racionalista impulsada por Felipe Carrillo Puerto, Gobernador de Yucatán en 1922; y la creación de Ligas Feministas. Todo esto provocó una reacción nacional de los conservadores, a grado tal que el movimiento fue creciendo a través de los periódicos de la época. Así, esta conmemoración del 10 de mayo surge a raíz de la difusión de un folleto que promovía el uso de métodos anticonceptivos en Yucatán. El periódico capitalino Excélsior busca frenar “la campaña criminal contra la maternidad” y se propone a premiar a las mujeres que tuviesen más hijos. De esta forma se estableció el 10 de mayo como Día de las Madres, y con ello se restó importancia al uso de los métodos anticonceptivos. Recordándoles –además- a las mujeres, que su lugar es en la casa y su tarea principal es la concepción y crianza de niños y niñas, sin ningún derecho a protegerse para disfrutar su sexualidad sin embarazos no deseados.
Además, este día beneficia más que nada a los comerciantes, quienes venden sus productos aumentando el consumismo. Pero, con todo esto ¿qué se les compra y regala a las madres? Es muy común ver en los medios de comunicación, como la TV, anuncios publicitarios donde empresas como Elektra, donde los dueños son de los más ricos del país, u otras empresas trasnacionales y explotadoras de mexicanos y mexicanas, como Wal Mart, que te ofrecen “promociones” y una infinidad de opciones sobre qué regalarle a mamá, claro, donde la mayoría son aparatos electrodomésticos, para reforzar ese rol que a la mujer madre le toca en esta sociedad, en su casa, donde de esta manera le “facilitan” el servir a las y los demás integrantes de la familia, no sólo ya a sus hijos e hijas, sino al esposo y, muchas veces, hasta a los suegros y demás parientes y amistades, que por si fuera poco, van a “felicitarla” en este “su día”, haciéndola trabajar más.
Así, en México, el 10 de mayo se institucionalizó en 1922 cuando el periodista Rafael Alducín, quien retomaba la iniciativa de Estados Unidos argumentando que en México “nos preocupamos más por mantener los valores familiares y morales que los norteamericanos”. La campaña promovía la reflexión sobre el papel de las madres y los hijos; era una invitación a mantener los valores morales y familiares como cohesión de la sociedad. Todo esto fue bien recibido por los comerciantes, quienes vieron la oportunidad de incrementar sus ventas (Conmujer, 1999).
La verdadera realidad de todo esto es que la maternidad es un derecho que se relaciona con la libre decisión de ser madre y con elegir con quién, cuándo y cuántos hijos se desean tener. Por ello, es necesario que esta dimensión de la identidad femenina alcance un sentido menos idealista, pues si bien es cierto que la figura de la madre es importante para el desarrollo biopsicosocial de las generaciones, esta imagen ha estado ligada a un estereotipo de mujer siempre buena, sumisa, abnegada y entregada en cuerpo y alma a sus hijos. Se requiere un tipo de maternidad más real, vinculado con otros planos de la identidad femenina y, principalmente, con el ejercicio de la paternidad responsable.
Así, ser madre no es sinónimo de ser mujer, muchas veces estos dos términos se confunden o se usan por igual, pero el ser madre es sólo un rol -entre tantos- que la mujer decide libremente por derecho a sí o no asumir.